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Por que entendemos quien eres

La inteligencia artificial puede convertir a millones de personas en una clase inútil”

By | 4 septiembre, 2018

La inteligencia artificial puede convertir a millones de personas en una clase inútil

El gran éxito de ‘Sapiens’ consagró a Yuval Noah Harari (1976) como uno de los autores de ensayo más importantes del mundo. Sus textos son recomendables desde diferentes puntos de vista: cuentan con una narrativa ágil, suelen intercalar historias entretenidas e interesantes, y sus conclusiones, se compartan o no, sugieren reflexiones necesarias. Con su primera obra analizó el pasado, con ‘Homo Deus’ nos describió un futuro probable, y con ’21 lecciones para el siglo XXI’ (Ed. Debate), que se pone a la venta hoy en España, se centra en los dilemas que plantea nuestro presente, ese instante de transición entre los cambios vertiginosos que se esperan y las estructuras sociales y las tradiciones que se dejan atrás.

PREGUNTA. Es llamativo que en un instante histórico en el que se valora especialmente la innovación, en el que se nos describe, como ha hecho usted en ‘Homo Deus’, un futuro muy diferente, tejido con enormes cambios tecnológicos, la respuesta política haya sido el regreso a líderes fuertes. Muchos de ellos están al frente de los países más importantes del mundo (Trump, Xi JingPin, Putin, Netanyahu), y las nuevas tendencias están del lado de los Salvini, Orbán o Erdogan. ¿Cómo entender esta contradicción?

RESPUESTA. Las innovaciones tecnológicas son disruptoras para la economía, la sociedad y el sistema político. La gente teme estas disrupciones. Quieren que alguien les brinde una visión del futuro clara: ¿dónde estaremos dentro de 30 o 50 años? Pero ninguno de los partidos políticos tradicionales está proporcionando tales visiones. Mientras que en el siglo XX la política era una batalla entre grandes visiones del futuro, hoy ni la izquierda ni la derecha tienen una visión clara de cómo lidiar con el surgimiento de la inteligencia artificial y la biotecnología.

A falta de una visión del futuro clara, la gente quiere tener una identidad segura que dé sentido a sus vidas, que no pueda ser afectada por lo que el futuro depare. Esta es la atracción que generan las historias nacionalistas y religiosas que pretenden ser verdades absolutas y eternas, y que por tanto no pueden ser modificadas por ninguna revolución tecnológica. Líderes como Trump, Orbán y Erdogan no tienen una visión real para el futuro, pero triunfan vendiendo fantasías nostálgicas sobre el pasado. En mi propio país, Israel, el Gobierno está llevando esto al extremo, prometiendo retroceder 2.500 años, hasta los tiempos bíblicos. El Gobierno israelí confía en la Biblia para justificar la ocupación de Cisjordania y el maltrato de millones de palestinos.

PREGUNTA. Es llamativo que en un instante histórico en el que se valora especialmente la innovación, en el que se nos describe, como ha hecho usted en ‘Homo Deus’, un futuro muy diferente, tejido con enormes cambios tecnológicos, la respuesta política haya sido el regreso a líderes fuertes. Muchos de ellos están al frente de los países más importantes del mundo (Trump, Xi JingPin, Putin, Netanyahu), y las nuevas tendencias están del lado de los Salvini, Orbán o Erdogan. ¿Cómo entender esta contradicción?

RESPUESTA. Las innovaciones tecnológicas son disruptoras para la economía, la sociedad y el sistema político. La gente teme estas disrupciones. Quieren que alguien les brinde una visión del futuro clara: ¿dónde estaremos dentro de 30 o 50 años? Pero ninguno de los partidos políticos tradicionales está proporcionando tales visiones. Mientras que en el siglo XX la política era una batalla entre grandes visiones del futuro, hoy ni la izquierda ni la derecha tienen una visión clara de cómo lidiar con el surgimiento de la inteligencia artificial y la biotecnología.

A falta de una visión del futuro clara, la gente quiere tener una identidad segura que dé sentido a sus vidas, que no pueda ser afectada por lo que el futuro depare. Esta es la atracción que generan las historias nacionalistas y religiosas que pretenden ser verdades absolutas y eternas, y que por tanto no pueden ser modificadas por ninguna revolución tecnológica. Líderes como Trump, Orbán y Erdogan no tienen una visión real para el futuro, pero triunfan vendiendo fantasías nostálgicas sobre el pasado. En mi propio país, Israel, el Gobierno está llevando esto al extremo, prometiendo retroceder 2.500 años, hasta los tiempos bíblicos. El Gobierno israelí confía en la Biblia para justificar la ocupación de Cisjordania y el maltrato de millones de palestinos.

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