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Descubre las marcas españolas que hacen la competencia a Zara
Apesar de todas esas tiendas de ropa que bajan la persiana de forma definitiva cada día en España y de la hegemonía mundial de grupos textiles nacionales, nuestro país ha asistido a un auge extraordinario de nuevas marcas de moda en los últimos años. ¿Su éxito? Entender a los púberes, que las veneran con la misma devoción que a triunfitos. Su target comprendería la generación posterior a la millennial, sobre la que crítica y diseñadores de moda poseen opiniones encontradas. EXCLUSIVIDAD, ALMA Y VELOCIDAD Con fundadores casi tan jóvenes como su clientela, una presencia en Instagram semejante a la de influencers y una sólida identidad, esta oleada de marcas teen ha logrado dar a los núbiles lo que querían. “No existían marcas que inspiraran”, nos dicen los creadores de Laagam. “Las nuevas generaciones buscamos ser parte de una comunidad y dotar de valor todo lo que hacemos y tenemos, algo que creemos que no ofrecen las marcas de siempre”. Con Laagam, han tratado de “combinar la calidad y diferenciación del lujo con el precio y posicionamiento de las firmas tradicionales, y las novedades constantes del fast fashion“. Así, ellos no crean colecciones estacionales, sino que lanzan “productos cada dos semanas”. Brownie, quizá el máximo exponente de este fenómeno, apuesta por un modelo de negocio similar: “No queremos prendas que se repitan por las calles hasta el punto dedesilusionar, y tampoco lo desean nuestras clientas”. A tal propósito, no solo es importante una relativa exclusividad de las piezas, sino también dotar a las firmas de personalidad. Brownie apela a la idiosincrasia mediterránea; la marca de baño Robin, al buen rollo; o Renatta & Go, a la naturalidad. SALTO CON RED Las redes sociales han sido las grandes aliadas de estas compañías. No solo para cultivar la imagen de marca y mantener el contacto con el consumidor. Pompeii, por ejemplo, tardó un tiempo en despegar porque ninguna fábrica de zapatos confiaba en su proyecto. “Cuando por fin una aceptó producir 349 pares, se agotaron en 48 horas gracias a las redes sociales”, nos cuentan. SEGUIR LA CORAZONADA Los fundadores de estas marcas tenían fe ciega en su proyecto. A menudo, eran amigos que concibieron el proyecto con ilusión: durante un viaje –los de Black Limba–, de Erasmus –los de Hummingbird–. También hay casos de familiares: dos hermanos que decidieron “dar rienda suelta a su faceta creativa, lejos de sus profesiones de abogado y economista” para crear Robin; o las dos generaciones (padres y hermanos) de Mi & Co, que unieron fuerzas en 2012 “por la ilusión de compartir un proyecto empresarial”. Y luego están los que, tras una amplia experiencia en el sector, decidieron arrancar sus marcas, como Renatta & Go o Brownie. La mayoría tiende a producir en España y además, de forma sostenible (como todas estas marcas eco que idolatramos) son las favoritas de la generación Z: quizá, la primera en sentirse comprendida durante su adolescencia. EXCLUSIVIDAD, ALMA Y VELOCIDAD Con fundadores casi tan jóvenes como su clientela, una presencia en Instagram semejante a la de influencers y una sólida identidad, esta oleada de marcas teen ha logrado dar a los núbiles lo que querían. “No existían marcas que inspiraran”, nos dicen los creadores de Laagam. “Las nuevas generaciones buscamos ser parte de una comunidad y dotar de valor todo lo que hacemos y tenemos, algo que creemos que no ofrecen las marcas de siempre”. Con Laagam, han tratado de “combinar la calidad y diferenciación del lujo con el precio y posicionamiento de las firmas tradicionales, y las novedades constantes del fast fashion“. Así, ellos no crean colecciones estacionales, sino que lanzan “productos cada dos semanas”. Brownie, quizá el máximo exponente de este fenómeno, apuesta por un modelo de negocio similar: “No queremos prendas que se repitan por las calles hasta el punto dedesilusionar, y tampoco lo desean nuestras clientas”. A tal propósito, no solo es importante una relativa exclusividad de las piezas, sino también dotar a las firmas de personalidad. Brownie apela a la idiosincrasia mediterránea; la marca de baño Robin, al buen rollo; o Renatta & Go, a la naturalidad. SALTO CON RED Las redes sociales han sido las grandes aliadas de estas compañías. No solo para cultivar la imagen de marca y mantener el contacto con el consumidor. Pompeii, por ejemplo, tardó un tiempo en despegar porque ninguna fábrica de zapatos confiaba en su proyecto. “Cuando por fin una aceptó producir 349 pares, se agotaron en 48 horas gracias a las redes sociales”, nos cuentan. SEGUIR LA CORAZONADA Los fundadores de estas marcas tenían fe ciega en su proyecto. A menudo, eran amigos que concibieron el proyecto con ilusión: durante un viaje –los de Black Limba–, de Erasmus –los de Hummingbird–. También hay casos de familiares: dos hermanos que decidieron “dar rienda suelta a su faceta creativa, lejos de sus profesiones de abogado y economista” para crear Robin; o las dos generaciones (padres y hermanos) de Mi & Co, que unieron fuerzas en 2012 “por la ilusión de compartir un proyecto empresarial”. Y luego están los que, tras una amplia experiencia en el sector, decidieron arrancar sus marcas, como Renatta & Go o Brownie. La mayoría tiende a producir en España y además, de forma sostenible (como todas estas marcas eco que idolatramos) son las favoritas de la generación Z: quizá, la primera en sentirse comprendida durante su adolescencia.
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